Las últimas cifras económicas en Chile configuran un panorama poco alentador. En efecto, en junio la inflación en 12 meses alcanzó el 9,5% (8,7% en su medida subyacente), y a diciembre de 2007 este indicador ya supera el rango meta instaurado por el Banco Central (4,3% de variación en el periodo diciembre 2007/junio 2008). Por su parte, las cifras de actividad económica indican un crecimiento de 3% para el primer trimestre comparado con igual periodo del año anterior, y una expansión de 2,1% del IMACEC en doce meses registrada en mayo pasado. Todo lo anterior da señales de alerta que Chile esté experimentando un proceso de estanflación, el cual, de acuerdo a la teoría económica, implica un débil y errático crecimiento económico junto con continuas alzas en el nivel de precios, fenómeno que paulatinamente se hace evidente de acuerdo a la evolución de tendencia que exhiben ambas variables a partir del segundo trimestre de 2007.
Por otra parte, en la pasada reunión de política monetaria del día 10 de julio, el Banco Central acordó incrementar la Tasa de Política Monetaria (TPM) en 50 puntos base, situándola en 7,25% anual, lo cual redundará en el mediano plazo en un incremento del costo de las fuentes de financiamiento que ofrece el mercado, e.g., créditos de consumo, créditos hipotecarios, tarjetas de crédito. La decisión se tomó sobre la base de antecedentes externos, tales como la débil situación de las economías desarrolladas, la inestabilidad de los mercados financieros y el elevado precio del petróleo. Entre las razones de corte interno se mencionan los incrementos en el costo de la energía, de los alimentos y de las expectativas de los agentes respecto de la evolución futura de la inflación en Chile.
Adicionalmente, las medidas de inflación subyacente exhiben una preocupante tendencia al alza, lo cual indicaría que existe un componente interno que estaría presionando el aumento de precios. En este sentido, los dardos apuntan hacia el expansivo comportamiento que exhibe el Gasto de Gobierno durante los últimos años. Antes de emitir un juicio al respecto, es menester entregar una serie de antecedentes que caractericen la evolución del consumo de Gobierno durante las últimas décadas.
El Gasto de Gobierno, como porcentaje del PIB real, exhibe un comportamiento disímil entre décadas. Es así como esta razón muestra una notable expansión durante gran parte de la década de los setenta, periodo en el cual tal razón superó el 25%. Dado el fuerte ajuste fiscal, como consecuencia del paquete de medidas aplicadas durante el Gobierno Militar para estabilizar la economía, la razón Gasto Público/PIB sufrió un notable descenso hacia niveles cercanos al 16% hacia fines de la década de los ochenta. Durante la década de los noventa y principios de este nuevo siglo, el indicador se ha mantenido relativamente estable en torno al 12%, lo cual da cuenta de un responsable manejo de las finanzas públicas.
Lo anterior se ve reflejado en las tasas de crecimiento real del Gasto Público durante el periodo señalado, siendo el periodo de mayor crecimiento y volatilidad la década de los setenta. Por otra parte, el Gasto Público en términos nominales experimentó un comportamiento descendente durante la década de los noventa, pasando desde una expansión del 33% en 1991 a un crecimiento del 5,3% en 2003, periodo a partir del cual este componente de demanda agregada ha comenzado a crecer por sobre el producto. Es así como el Gasto Público se expandió un 6,1%, 9,3%, 10,2% y 12,6% durante el periodo 2004-2007, y de acuerdo al presupuesto aprobado por el Congreso Nacional, el Gasto Fiscal tendría un crecimiento del 11,9% durante el presente 2008.
Respecto de la composición del Gasto Público en función de las áreas prioritarias de Gobierno, es decir, Vivienda, Educación y Salud, ésta muestra un comportamiento relativamente estable durante el periodo 1997-2007, de acuerdo a los antecedentes entregados por la Dirección de Presupuestos (DIPRES). En concreto, en el año 2007 Vivienda representó el 5,5% del Presupuesto Total, Salud el 15,9% y Educación el 17,2%. No obstante, es valioso notar que los fondos asignados a estas partidas presentan un incremento del 142,4%, 201,9% y 169,3%, respectivamente, durante el mencionado periodo.
De acuerdo a los antecedentes anteriores, el fuerte ritmo expansivo que manifiesta el Gasto Fiscal, superando con creces a la actividad económica, genera claras presiones en la demanda interna, lo cual se traduce inevitablemente en inflación. Esto queda en evidente manifiesto al analizar la evolución experimentada por la tasa de inflación subyacente y la tasa de crecimiento en doce meses del Gasto Público ejecutado, variables que exhiben una tendencia ininterrumpidamente alcista a partir del mes de agosto de 2007. Durante este mes, la tasa de inflación era de 4,2% y el gasto ejecutado crecía un 12,7%. A mayo del presente año, estos valores ascendieron a 8,4% y 19,7%, respectivamente.
Sobre la base de lo planteado, es claro que el fenómeno inflacionario que exhibe Chile no tiene una raíz puramente externa, sino que el Gasto Público ha contribuido a fortalecer este proceso que atenta sobre el poder adquisitivo de las personas de menores ingresos. Es de esperar que el Presupuesto de la Nación que se proponga para 2009 posea una expansión "moderada" y que el Ministerio de Hacienda lo elabore a partir de proyecciones económicas que se encuentren en sintonía fina con las del Banco Central y de analistas especializados. De no ser así, en el panorama futuro se avistan los siguientes hechos:
No obstante lo anterior, la evolución del Gasto Público finalmente
estará en manos del Ministro de Hacienda.
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Por otra parte, en la pasada reunión de política monetaria del día 10 de julio, el Banco Central acordó incrementar la Tasa de Política Monetaria (TPM) en 50 puntos base, situándola en 7,25% anual, lo cual redundará en el mediano plazo en un incremento del costo de las fuentes de financiamiento que ofrece el mercado, e.g., créditos de consumo, créditos hipotecarios, tarjetas de crédito. La decisión se tomó sobre la base de antecedentes externos, tales como la débil situación de las economías desarrolladas, la inestabilidad de los mercados financieros y el elevado precio del petróleo. Entre las razones de corte interno se mencionan los incrementos en el costo de la energía, de los alimentos y de las expectativas de los agentes respecto de la evolución futura de la inflación en Chile.
Adicionalmente, las medidas de inflación subyacente exhiben una preocupante tendencia al alza, lo cual indicaría que existe un componente interno que estaría presionando el aumento de precios. En este sentido, los dardos apuntan hacia el expansivo comportamiento que exhibe el Gasto de Gobierno durante los últimos años. Antes de emitir un juicio al respecto, es menester entregar una serie de antecedentes que caractericen la evolución del consumo de Gobierno durante las últimas décadas.
El Gasto de Gobierno, como porcentaje del PIB real, exhibe un comportamiento disímil entre décadas. Es así como esta razón muestra una notable expansión durante gran parte de la década de los setenta, periodo en el cual tal razón superó el 25%. Dado el fuerte ajuste fiscal, como consecuencia del paquete de medidas aplicadas durante el Gobierno Militar para estabilizar la economía, la razón Gasto Público/PIB sufrió un notable descenso hacia niveles cercanos al 16% hacia fines de la década de los ochenta. Durante la década de los noventa y principios de este nuevo siglo, el indicador se ha mantenido relativamente estable en torno al 12%, lo cual da cuenta de un responsable manejo de las finanzas públicas.
Lo anterior se ve reflejado en las tasas de crecimiento real del Gasto Público durante el periodo señalado, siendo el periodo de mayor crecimiento y volatilidad la década de los setenta. Por otra parte, el Gasto Público en términos nominales experimentó un comportamiento descendente durante la década de los noventa, pasando desde una expansión del 33% en 1991 a un crecimiento del 5,3% en 2003, periodo a partir del cual este componente de demanda agregada ha comenzado a crecer por sobre el producto. Es así como el Gasto Público se expandió un 6,1%, 9,3%, 10,2% y 12,6% durante el periodo 2004-2007, y de acuerdo al presupuesto aprobado por el Congreso Nacional, el Gasto Fiscal tendría un crecimiento del 11,9% durante el presente 2008.
Respecto de la composición del Gasto Público en función de las áreas prioritarias de Gobierno, es decir, Vivienda, Educación y Salud, ésta muestra un comportamiento relativamente estable durante el periodo 1997-2007, de acuerdo a los antecedentes entregados por la Dirección de Presupuestos (DIPRES). En concreto, en el año 2007 Vivienda representó el 5,5% del Presupuesto Total, Salud el 15,9% y Educación el 17,2%. No obstante, es valioso notar que los fondos asignados a estas partidas presentan un incremento del 142,4%, 201,9% y 169,3%, respectivamente, durante el mencionado periodo.
De acuerdo a los antecedentes anteriores, el fuerte ritmo expansivo que manifiesta el Gasto Fiscal, superando con creces a la actividad económica, genera claras presiones en la demanda interna, lo cual se traduce inevitablemente en inflación. Esto queda en evidente manifiesto al analizar la evolución experimentada por la tasa de inflación subyacente y la tasa de crecimiento en doce meses del Gasto Público ejecutado, variables que exhiben una tendencia ininterrumpidamente alcista a partir del mes de agosto de 2007. Durante este mes, la tasa de inflación era de 4,2% y el gasto ejecutado crecía un 12,7%. A mayo del presente año, estos valores ascendieron a 8,4% y 19,7%, respectivamente.
Sobre la base de lo planteado, es claro que el fenómeno inflacionario que exhibe Chile no tiene una raíz puramente externa, sino que el Gasto Público ha contribuido a fortalecer este proceso que atenta sobre el poder adquisitivo de las personas de menores ingresos. Es de esperar que el Presupuesto de la Nación que se proponga para 2009 posea una expansión "moderada" y que el Ministerio de Hacienda lo elabore a partir de proyecciones económicas que se encuentren en sintonía fina con las del Banco Central y de analistas especializados. De no ser así, en el panorama futuro se avistan los siguientes hechos:
- Incrementos de la TPM, de mantenerse las condiciones externas, i.e., alzas en el precio del petróleo e inestabilidad financiera internacional.
- Lo anterior traerá consigo un incremento del diferencial de tasas con la economía estadounidense, generando nuevas presiones a la baja del tipo de cambio.
- Desacelerar definitivamente la actividad económica, lo cual instauraría el proceso emergente de estanflación nacional.
- Y, finalmente, una pérdida de competitividad internacional producto de la apreciación del tipo de cambio real, hecho que en la literatura económica se conoce como el efecto Salter-Swan.
No obstante lo anterior, la evolución del Gasto Público finalmente
estará en manos del Ministro de Hacienda.
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