Desde la primera mitad de la década de los ochenta, las prestaciones de salud en nuestro país son responsabilidad de instituciones públicas y privadas. Es así como cada trabajador al iniciar su vida laboral debe decidir si afiliarse al sistema público (FONASA), o bien, al privado (ISAPRE).
En estos casi treinta años de vida, el sistema mixto ha experimentado un cambio en su estructura. De los antecedentes disponibles en la Superintendencia de Salud, se evidencia que durante el periodo 2001-2009 las prestaciones totales del sistema se incrementaron en 133,2%, lo que se traduce en que éstas bordearon los 90 millones en 2009. Según tipo de prestación, las Atenciones médicas se reparten casi equitativamente entre ambos sistemas, mientras que Exámenes de diagnóstico y terapéuticos, Procedimientos diagnósticos y terapéuticos e Intervenciones quirúrgicas manifiestan una clara tendencia en favor del sector privado. En 2009, la participación del sector privado en estas últimas tres prestaciones alcanzó un 57%, 63,7% y 74%, respectivamente.
A nivel nacional, la cobertura en salud, medida por el número de beneficiarios (i.e., afiliados más cargas), exhibe una tendencia al alza en el sistema público alcanzando un 73,5% en 2009. El sistema privado, por su parte, muestra un tenue repunte tras una marcada tendencia a la baja iniciada en 1999, registrando una participación del 16,3% en 2009.
La cobertura en salud al interior de la Región del Bío Bío, al igual que a nivel país, está principalmente dominada por el sistema público (ver cuadro 1). Por otra parte, la mayor proporción de beneficiarios del sistema privado se concentra en los territorios urbanos. De acuerdo a la información disponible en 2009, tal concentración espacial era la siguiente: Pencopolitano (15,2%), Chillán (13,1%) y Bío Bío Centro (10,8%).
Dado lo anterior, es posible analizar, bajo un contexto regional, los alcances de la decisión de adoptar un plan privado o público de salud por parte de una familia. Para analizar tal interrogante es factible estimar la proporción del ingreso que los hogares de nuestra región destinan para cubrir sus requerimientos de servicios de salud. Para ello, se debe, en primer lugar, configurar los escenarios de análisis, los cuales se componen de cuatro hogares que deben decidir el plan de salud a contratar, cuyas características son las siguientes: Tipo 1: Hogar compuesto por un joven matrimonio (o pareja) sin hijos, cuya edad fluctúa entre los 30 y 35 años; Tipo 2: Hogar compuesto por un joven matrimonio (o pareja) de 30-35 años con dos hijos (una niña o niño menor de cinco años y un infante menor de un año); Tipo 3: Hogar compuesto por un matrimonio (o pareja) de 50-55 años con una hija y un hijo cuyas edades fluctúan entre los 20 y 24 años; Tipo 4: Hogar compuesto por un matrimonio (o pareja) de 55-60 años con hijos mayores de 24 años (i.e., sin cargas familiares).
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En estos casi treinta años de vida, el sistema mixto ha experimentado un cambio en su estructura. De los antecedentes disponibles en la Superintendencia de Salud, se evidencia que durante el periodo 2001-2009 las prestaciones totales del sistema se incrementaron en 133,2%, lo que se traduce en que éstas bordearon los 90 millones en 2009. Según tipo de prestación, las Atenciones médicas se reparten casi equitativamente entre ambos sistemas, mientras que Exámenes de diagnóstico y terapéuticos, Procedimientos diagnósticos y terapéuticos e Intervenciones quirúrgicas manifiestan una clara tendencia en favor del sector privado. En 2009, la participación del sector privado en estas últimas tres prestaciones alcanzó un 57%, 63,7% y 74%, respectivamente.
A nivel nacional, la cobertura en salud, medida por el número de beneficiarios (i.e., afiliados más cargas), exhibe una tendencia al alza en el sistema público alcanzando un 73,5% en 2009. El sistema privado, por su parte, muestra un tenue repunte tras una marcada tendencia a la baja iniciada en 1999, registrando una participación del 16,3% en 2009.
La cobertura en salud al interior de la Región del Bío Bío, al igual que a nivel país, está principalmente dominada por el sistema público (ver cuadro 1). Por otra parte, la mayor proporción de beneficiarios del sistema privado se concentra en los territorios urbanos. De acuerdo a la información disponible en 2009, tal concentración espacial era la siguiente: Pencopolitano (15,2%), Chillán (13,1%) y Bío Bío Centro (10,8%).
Dado lo anterior, es posible analizar, bajo un contexto regional, los alcances de la decisión de adoptar un plan privado o público de salud por parte de una familia. Para analizar tal interrogante es factible estimar la proporción del ingreso que los hogares de nuestra región destinan para cubrir sus requerimientos de servicios de salud. Para ello, se debe, en primer lugar, configurar los escenarios de análisis, los cuales se componen de cuatro hogares que deben decidir el plan de salud a contratar, cuyas características son las siguientes: Tipo 1: Hogar compuesto por un joven matrimonio (o pareja) sin hijos, cuya edad fluctúa entre los 30 y 35 años; Tipo 2: Hogar compuesto por un joven matrimonio (o pareja) de 30-35 años con dos hijos (una niña o niño menor de cinco años y un infante menor de un año); Tipo 3: Hogar compuesto por un matrimonio (o pareja) de 50-55 años con una hija y un hijo cuyas edades fluctúan entre los 20 y 24 años; Tipo 4: Hogar compuesto por un matrimonio (o pareja) de 55-60 años con hijos mayores de 24 años (i.e., sin cargas familiares).
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